Arrastrando las valijas...

martes, 19 de noviembre de 2013

La Costa Lisboeta y alrededores




Cascais, Fátima, Batalha, Alcobaça, 

Nazaré, Óbidos, Malveira, Mafra, Ericeira.



Llegamos a Cascais (Portugal) el sábado 9 de junio de 2007 cerca de las 15:00. Veníamos desde España, más precisamente Santiago de Compostela y viajábamos en auto. En Cascais debíamos alojarnos en el Hotel Vila Galé, el cual costó un poco encontrar en medio de la anarquía reinante en las calles y el tránsito caótico de Cascais… ¡pero llegamos! El hotel era enorme, muy moderno, el departamento que nos tocó muy cómodo y con un balcón que nos brindaba una vista hermosa: 
Bahía de Cascais, la Marina y más allá el Atlántico
Nota: Para aumentar el tamaño de las fotos clickear sobre ellas.

Después de ubicarnos y como desfallecíamos de hambre -no era para menos: ya eran las 17:00- y todavía la heladera estaba vacía, nos fuimos a una cervecería muy próxima al hotel, tipo alemana: “Jardim Cerveja”.

El próximo paso era abastecernos de comestibles para toda la semana, por lo tanto buscamos un supermercado en el centro de Cascais, que seguía siendo un caos… pero lo superamos y volvimos con todo lo necesario para pasar estos días en Portugal.

Al día siguiente nos dedicamos a recorrer Cascais.

El Vila Galé está muy próximo a la Marina, repleta de yates y otras embarcaciones deportivas, así como bares y restaurantes, todo muy moderno y elegante y tan nuevo que aún siguen construyendo. La recorrimos y seguimos camino hacia el centro de Cascais, bordeando la costa, por una costanera también muy nueva y muy bonita:

Las playas son pequeñas pero de arenas muy blancas y con algunas pocas personas tomando sol. El mar impresionantemente transparente invitaba a sumergir sus pies en él:


Llegamos al centro, con una extensa zona peatonal. Una plaza bastante amplia, con el Ayuntamiento y una encrucijada de callecitas con tiendas, bares, etc.

Plaza céntrica de Cascais

Almorzamos en la calle, o sea en la terraza, como le llaman acá, en un restaurante de comida hindú, llamado “Bombay Palace”, no por elección sino por casualidad… pero muy bueno, recomendable.

Recorrimos un parque hermoso llamado Parque Marechal Carmona, del año 1944, es inmenso, la entrada principal está muy cerca del centro y la salida muy próxima a la Marina, o sea cerca del Vila Galé. Está lleno de plantas y flores espectaculares, lagos con patos, tortugas y hasta gallitos pigmeos. Nos ha sorprendido el tamaño y los colores intensos de las hortensias, que las hay rosas y violáceas.


Hay un mini zoológico con pavos reales, cuyo graznido tan particular se escucha desde nuestro departamento y nos despierta todas las mañanas. 
Lo sorprendimos con toda su cola abierta, luciendo su magnífico plumaje.


También en este parque hay un castillo enorme donde funciona un museo, del Conde Guimaráez, quién había habitado allí. Este castillo también se puede apreciar desde el balcón del departamento.

Castillo del Conde Guimaráez

Otra cosa muy curiosa que encontramos en el parque son estos pies, que Roberto no resistió la tentación de compararlos con los suyos…


Por la costanera de Cascais, muy cerca del hotel, pero en sentido contrario al que nos lleva al centro, es decir hacia el oeste de la ciudad se encuentra la llamada Boca do Inferno, que es una formación rocosa, donde el mar y sus olas pegan muy fuerte y han formado ollas y cuevas profundas y peligrosas. El color del agua: verde intenso.

Boca do inferno

Es famosa por el espectáculo que muestra la fuerza del mar contra la costa en los días de temporal. Existe un mirador desde el que se puede observar parte del interior de la cueva y en sus rocas suele haber grupos de pescadores. Muy cerca de allí se levanta un típico mercado, bajo un tinglado, donde se pueden comprar, por ejemplo, prendas tejidas a mano.

El lunes 11 de junio y siguiendo un programa que habíamos trazado desde La Plata visitamos Fátima, que está a unos 155 km de Cascais. Llegamos a media mañana, más cerca del mediodía, fuimos directamente a la zona donde está la Capilla de las Apariciones, un predio inmenso donde hay diversas construcciones: una donde se compran las velas, otra donde se prenden y dejan como ofrendas a la Virgen, la Capilla, propiamente dicha, en donde estaban dando misa en ese momento. Dentro de la capilla, que es muy grande y abierta, hay una pequeña capillita con la Virgen del Rosario, en el preciso lugar donde se aparecía la Virgen a los pastorcitos, allá por 1917.



Había muchas personas escuchando misa, vimos mujeres que rodeaban la Capilla desplazándose de rodillas y otras que se acercaban desde lejos, en la inmensa plaza donde se encuentran las edificaciones, también de rodillas.

Justo al lado de la Capilla está la encina, donde los pastorcitos –Lucía, Francisco y Jacinta– así como los primeros peregrinos, esperaban las apariciones de la Virgen:


Al fondo de la Plaza se levanta la inmensa Basílica, donde se encuentran sepultados los tres: Lucía y Jacinta a la izquierda del altar y Francisco a la derecha.

Basílica de Fátima

Esta zona se llamaba Cova da Iría, en el Municipio de Vila Nova de Ourém, hoy diócesis de Leiría-Fátima. El Santuario, que comprende todo este predio, se comenzó a construir en 1928, como dicen que la Virgen se los había pedido, y fue consagrado el 7 de octubre de 1953. En la Basílica, sobre la columnata pueden verse las imágenes de cuatro santos portugueses: San Juan de Dios, San Juan de Brito, San Antonio y Beato Nuno de Santa María. También hay muchos otros santos, entre ellos Santa Teresa de Ávila. Luego de recorrer todos estos recintos y esperar que terminara la misa para entrar en la propia Capilla de las Apariciones decidimos hacer el mismo camino que los pastorcitos recorrían todos los días con sus rebaños, desde el pueblito donde vivían, llamado Aljustrel hasta Cova da Iría, aproximadamente 2 km de longitud. Para ello nos acercamos con el auto al lugar donde se inicia este camino, que solo se puede hacer a pie. Está conservado sin demasiadas modificaciones y en su trayecto se puede hacer un Vía Crucis, existiendo catorce capillitas con cada estación y una décimo quinta correspondiente a la Resurrección, fueron donadas por los católicos húngaros, refugiados en los países de Occidente e inauguradas en 1964 y en 1992, en agradecimiento a la liberación de esa nación del comunismo. Vimos grupos de peregrinos haciendo el Vía Crucis en conjunto.



Al final del sendero hay un monumento de la Virgen en el preciso lugar donde el 19 de Agosto de 1917, se apareció por cuarta vez, ese lugar se llama Valinhos y está a 400 metros de Aljustrel.


En la placa decía lo siguiente: ”Quero que continueis a rezar o terço todos los días. Rezai, rezai muito e fazei sacrificios pelos pecadores! Váo muitas almas para o inferno por não haver quem se sacrifique e peça por elas. (Nossa Senhora, 1917.08.19)”

Cuando llegamos a Aljustrel, que es un pueblito muy pequeñito y antiguo, lo primero que nos encontramos es con una serie de tiendas pequeñas de los habitantes del pueblo, que venden todo tipo de productos típicos, muchos dedicados a los pastorcitos, así como mantelería, tejidos, etc. Ahí nomás están las casas donde vivieron los pastorcitos, que no sufrieron transformaciones sensibles desde la época de las apariciones y que hoy están convertidas en museos. Primero está la de Lucía, que estaba cerrada, aunque se podía ver algo a través de las ventanitas y a pocos metros está la de Francisco y Jacinta, que eran hermanos, esta sí estaba abierta y la pudimos visitar. Los dos hermanitos fallecieron de niños en cambio Lucía, que se hizo monja, vivió en Pontevedra –Galicia– donde también siguió teniendo apariciones, nosotros estuvimos en el 2000 en la casa donde vivió, que era un convento.

La casa de Francisco y Jacinta
La casa de Lucía

Luego de este “peregrinaje” seguimos rumbo a Batalha, otro pueblo cercano que tiene un inmenso Monasterio, que es Patrimonio Mundial de UNESCO, es el de Santa María de la Vitoria, del siglo XIV, estilo gótico, labrado en la piedra, allí están las tumbas del Rey Don João I y Filipa de Lecastre y sus hijos, es decir que el Monasterio es panteón real.

Monasterio en Batalha

Fue construido por el Rey João I para cumplir con el voto que le hizo a la Virgen si vencía en una batalla a los castellanos. Luego de almorzar en un bar frente a una plaza, ya eran las 16:00 aproximadamente, seguimos viaje, esta vez para Alcobaça, donde también hay un enorme Monasterio o Abadía de Santa María de Alcobaça, de estilo gótico y también Patrimonio Mundial. Fue fundado por la Orden de Cister en 1153, después de la promesa de donación del primer Rey de Portugal, Don Alfonso Henriques, cuando venció a los moros.

Abadía de Santa María de Alcobaça

Calle típica de Alcobaça
Recorrimos el centro del pueblo, nos pareció muy bonito.


De Alcobaça pasamos a Nazaré, un pueblo de pescadores, con unas hermosas playas de arenas blancas y  extensísimas. Se lo veía muy turístico aunque mezclado con lo antiguo y tradicional, como por ejemplo las vestimentas de las mujeres, muy típicas, polleras a la rodilla, armadas y con pañuelos en la cabeza, algunas de ellas totalmente de negro, esos ropajes armados las hacen parecer más gordas de lo que son:


Todas ofrecían insistentemente alojamiento para los turistas en casas de familia, puede apreciarse el cartel que tiene una de ellas en la mano.


A lo largo de la costanera se veían muchos puestos que vendían sobre todo frutos secos, de todo tipo, un espectáculo muy agradable y particular.

En esta otra foto se pueden ver otras mujeres de negro y se puede apreciar también como este pueblo tiene zonas más altas que otras, ya que vemos las casitas en lo alto, efectivamente las callecitas son con subidas y bajadas muy pronunciadas…



Esta fue la calle que tuvimos que subir para llegar a donde habíamos dejado el auto… casas con sus frentes muy coloridos y con la ropa tendida en los balcones hacia la calle:


Seguimos viaje. Entramos en Óbidos, un pueblito medieval amurallado, hermoso, fascinante! Era tarde, estaban cerrando los negocios pero alcanzamos a comprar el tradicional ginja, un licor de frutos rojos muy bueno, que tomaríamos con el café a la noche…



Desde arriba de la muralla de Óbidos
  









Ese día volvimos bien tarde, ya era de noche, veníamos muy cansados pero muy contentos de todo lo que conocimos y “sentimos”… Un comentario: los peajes en Portugal son muy caros…

Al día siguiente paseamos por Cascais y el 13 de junio, viajamos a Lisboa a pasar el día de San Antonio, Santo y Patrono de Portugal, pero este relato lo dejará para la próxima entrada.

El jueves 14 de junio visitamos Malveira, un pequeño pueblo a unos 40 km de Cascais, donde habíamos leído que los jueves de mañana se celebraba el mayor mercado de la región. Llegamos cuando ya estaban levantando los puestos, verdaderamente era un mercado al aire libre inmenso, con muchísimos puestos de ropa, artículos de ferretería, discos, pescado, fruta, verdura, flores, zapatos, manteles, toallas, etc., etc., etc.



Algo compramos para la cena de esa noche, así como también un bolso para llevar las cosas que se habían “agregado” en el viaje, que aunque no eran muchas, lo que más aumentaba el peso y disminuía el espacio eran, entre otras cosas, los libros, mapas y la folletería en general, que no dejé nunca de levantar de los centros de información turística por los que pasamos. Almorzamos en un restaurante muy popular, sencillo pero lleno de gente, muchos de los puesteros del mercado, se llamaba “O Paraíso”, una muy rica comida: chocos grelhados, que son unos mariscos enormes, tipo mejillones “pegados” a su caparazón calcárea. Y lo más raro aún fue que todo salió muy barato.
Chocos grelhados

Luego del almuerzo seguimos para Mafra, a unos 10 km de Malveira, donde hay un inmenso Palacio Real y una Basílica, también imponente.

Es un Palacio Nacional y Monasterio franciscano de estilo barroco, construido por el Rey Joao V como consecuencia de la promesa realizada a su mujer, la archiduquesa María Ana de Austria, por la que se comprometía a construir un monasterio si le daba descendientes. El nacimiento de la princesa Bárbara de Braganza, después mujer del rey Fernando VI de España, hizo que el rey iniciara las obras en 1717. El palacio fue inaugurado el 22 de octubre de 1730 en honor del 41º aniversario del rey Joao V, con una serie de fiestas que duraron 8 días.

Palacio y Monasterio de Mafra


Allí llegaron a vivir también unos 300 frailes franciscanos y el Palacio se utilizó como residencia de verano de los reyes y cuando iban a cazar por la zona. Además, a raíz de la huida de la familia real portuguesa en 1807 hacia Brasil, como consecuencia de la invasión francesa a Portugal, la mayoría de los mejores muebles y piezas de arte del palacio fueron llevadas a Brasil.

En 1834, después de la guerra que enfrentó a los liberales partidarios de la reina María II de Portugal con los conservadores partidarios de Miguel I, la reina María ordenó la disolución de las órdenes religiosas, lo que provocó el abandono del monasterio por parte de los monjes franciscanos. Los últimos monarcas de la Casa de Braganza utilizaron el palacio únicamente como punto de caza y el último rey, Manuel II de Portugal, partió del monasterio hacia el exilio inglés, el 5 de octubre de 1910, después de proclamada la República.

Frente del Palacio


El palacio fue declarado monumento nacional en 1907. Hoy en día, el edificio está conservado por el Instituto del Patrimonio Arquitectónico de Portugal, que ha llevado a cabo diferentes programas de restauración y conservación.

Todo esto lo conocimos a través de las explicaciones de la guía que nos acompañó en la visita por el interior del Palacio y del Monasterio. Lo que más nos impactó fue la imponente biblioteca, inmensa y antiquísima, con aproximadamente 40.000 libros encuadernados en piel por los propios monjes del Monasterio, con incrustaciones en oro. Los pisos de la biblioteca son de mármol y las estanterías de madera en estilo rococó.

Biblioteca del Palacio

La guía nos explicó algo muy curioso, cuando desde el interior de un cajón sacó una caja transparente con un murciélago muerto en su interior, según nos contó los libros se conservaron perfectamente a lo largo de los siglos gracias a las colonias de murciélagos, que fueron criados por los monjes para mantener protegidos a los libros. Estos murciélagos vuelan por las noches por la biblioteca y devoran los insectos, que son los que estropean los libros. Los murciélagos no manchan los libros, porque salen al exterior a través de pequeñas aberturas practicadas en las ventanas más altas.

Además sobre la pared opuesta a las ventanas hay una serie de espejos destinados a concentrar el calor de los rayos que reciben del otro lado y reducir los niveles de humedad del ambiente. ¡Impresionante!!

Luego seguimos hacia Ericeira, un antiguo pueblo pesquero de casas blanqueadas a la cal y calles adoquinadas. Estuvimos a la orilla del mar, donde hay una bonita costanera muy nueva y el mar con olas parecidas a las de nuestras playas, pero con aguas transparentes y de un color verde claro intenso, el verdadero color “verde mar”…











Volvimos atravesando pueblitos pequeños y muy pintorescos como: Carvoeira, Baleia, Pobral, Moucheira, Santa Susana, Alvarinhos, Odrinhas, Terrugem.

domingo, 27 de octubre de 2013

Glasgow y el Parque Nacional de las Trossachs



Castillos, lagos, hadas, elfos y gnomos…

Recomiendo leer primero “Edimburgo”

Como comenté en la entrada anterior, el lunes 30 de julio emprendimos un paseo por lugares cercanos a Edimburgo, para lo cual contratamos un tour en español, con un guía asturiano muy simpático llamado Benjamín, que a lo largo del paseo nos enseñó que para ser un buen guía no solo hay que conocer la geografía del lugar, sino también su historia, sus leyendas, su música y por sobre todo ser amable, agradable, pero no en exceso…

A las 8:00 am partimos de Edimburgo, eramos doce personas, incluyéndonos a nosotros cuatro.

Nuestra primera parada fue Glasgow, la mayor ciudad de Escocia, con un comercio, industria y cultura muy desarrollada, bulliciosa y cosmopolita.

Conocimos la Catedral, la única medieval de Escocia, del siglo XII y una de las primeras construidas en piedra.
Nota: Para aumentar el tamaño de las fotos clickear sobre ellas.

Catedral de Glasgow

Interiores de la Catedral
 
Frente de la Catedral



Espectaculares vitrales


























Luego dimos un paseo por la moderna Glasgow, observando desde el bus los puntos más destacados de la ciudad, como el Auditorio Clyde más conocido como “El Armadillo”, el Museo y Galería de Arte Kelvingrove y la Universidad.

Zona céntrica de Glasgow
 
El Armadillo


Partimos de Glasgow y pusimos rumbo hacia el inmenso Parque Natural de las Trossachs, región localizada en el centro de Escocia y que desde el 2002 el Parlamento escocés lo declaró Parque Nacional. Este parque está conformado por zonas montañosas, valles, bosques y lagos y en él encontramos los más hermosos castillos de Escocia. Nuestra primera escala fue en el lago más grande de Gran Bretaña, el Lago Lomond, donde teníamos tiempo para realizar un paseo en un crucerito por el lago o para caminar por la orilla del mismo, así como para tomarnos un cafecito en un bar del lugar.

Vista del Lago Lomond

El crucerito por el Lomond
El bar del cafecito



















Luego seguimos camino hacia Aberfoyle, un pequeño pueblecito, como decía Benjamín, muy agradable, donde almorzamos en un sitio que, según mi sensación, parecía recrear una antigua película del oeste, mucha gente y la comida no muy buena.

Pintoresca Aberfoyle

Mientras viajábamos nos deleitábamos con los sonidos de la música típica galesa, siempre interpretada por bandas escocesas y por las historias que Benjamín nos contaba, historias reales y otras de leyenda, como la del Reverendo Robert Kirk, párroco de Aberfoyle, que nació en dicho poblado en 1644 y escribió un libro sobre el mundo de las hadas, elfos y gnomos que nos maravilló… El libro se llamó “La comunidad secreta”, es un largo y desordenado compendio sobre la mitología y folklore tradicional escocés, donde se vuelcan testimonios de personas que expresaron conocer y percibir estos seres. El Reverendo murió un año después de escribir el libro, en 1692 y hay quién dice que fue en castigo por revelar secretos de ese “pueblo subterráneo” habitado por estas criaturas de leyenda. Sus manuscritos se conservan en la Universidad de Edimburgo y recién fueron impresos en 1815, bajo la supervisión del novelista Walter Scott, otro emblema de Escocia.
 
Luego nos dirigimos al Lago Katrine, considerado el más bello de Escocia. Cuando se sale de Aberfoyle para ir a este lago, solo se puede ir por una carretera estrecha llamada Paso del Duque, al salir de Aberfoyle tenemos el paisaje típico de las Tierras Bajas, las Lowlands y a medida que vamos llegando al Lago Katrine el paisaje se va transformando al típico de las Tierras Altas, las Highlands.

Este lago fue la fuente de inspiración de varias novelas del escritor Walter Scott, que fue un enamorado de esta zona, y lo refleja en dos de sus principales obras, “La Dama del Lago”, un notable poema de 1810 donde se relata la rivalidad entre el rey Jacobo V de Escocia y el clan Douglas, y en “Rob Roy”, de 1917, donde se narran las aventuras de quien fue un famoso héroe del folklore escocés, a quién han comparado con Robin Hood y que nació en la zona del Lago Katrine. Este libro fue llevado al cine y protagonizado por Liam Neeson y Jessica Lange. Mientras recordábamos todo esto, a través de las palabras de Benjamín, escuchábamos la banda de sonido de la película… Estos pequeños detalles hicieron que este tour fuera sumamente agradable y recomendable.

El lago nos gustó muchísimo, recorrimos sus costas caminando, fotografiando su paisaje y leyendo cada tanto las referencias a toda esta historia que lo envuelve.

A orillas del Katrine
Lady of the Lake

Sobre Robert Kirk


Seguimos camino hacia el Castillo de Doune atravesando bosques muy, muy verdes. Sobre la ruta comenzaban a florecer los brezos  con sus coloridas florcitas pequeñas en los tonos del rosado, fucsia, naranja… y a lo lejos se veían las típicas ovejas escocesas.

El castillo de Doune es uno de los más populares de Escocia, fue construido en el siglo XIII pero se conserva casi exactamente igual que en sus comienzos, se encuentra muy cerca del pueblo que lleva su mismo nombre, Doune, en el distrito de Stirling, está situado en una de las curvas del río Teith, en medio de un frondoso bosque. Nos encantó su magia, su misterio, subimos y subimos por escaleras gastadas de piedra, en caracol, hasta la parte más alta, desde donde se pudieron observar unas vistas espectaculares de la zona. En este castillo se filmó la película “Los caballeros de la mesa cuadrada” en los años ’70.

El Castillo Doune
Interior del castillo

Vistas desde la parte más alta del castillo

Emprendimos el regreso a Edimburgo pasando por un pueblito pequeño llamado Callander, en el inicio de las Highlands, no tan concurrido como Aberfoyle por el turismo, pero  muy utilizado por los escoceses para pasar sus fines de semana.

Dejamos a nuestra izquierda el Castillo de Stirling, construido sobre una gran roca y un claro ejemplo de la arquitectura renacentista escocesa. A pocos metros de la entrada está la estatua de Robert the Bruce que representa al primer rey de la nación, el Rey Robert I envainando la espada tras una batalla, la de Bannockburn, donde derrotó a los ingleses y logró la unificación del país y su independencia.

Castillo de Stirling
Estatua de Robert the Bruce


Más cerca de la ciudad de Stirling se encuentra un monumento a otra figura recurrente e histórica de Escocia, me refiero a William Wallace, un soldado escocés del siglo XIII que luchó contra el rey Eduardo I de Inglaterra, también en la guerra por la independencia, el monumento tiene 7 metros de altura y en su interior se encuentra su famosa espada de aproximadamente 2,5 metros de largo y unos 2,7 Kg de peso. Su historia se llevó al cine a través de "Corazón Valiente", con Mel Gibson.

Monumento a William Wallace


Y así, impregnados de la historia de Escocia llegamos a Edimburgo cerca de las 19:00, directo a tomarnos unos mates bien argentinos…

A la noche cenaríamos en el departamento, la primera super tortilla de papa, que sería un menú habitual para el resto del viaje…

Estoy convencida que viajar no solo permite conocer lugares hermosos, sino que nos hace crecer en cuanto a nuestro conocimiento del resto del mundo, en todos los aspectos: históricos, geográficos, culturales, gastronómicos, etc.