Cuando tres veces no es suficiente…
Estuvimos por primera vez en París
en 1999. Habíamos alquilado un departamento (al que llamarlo bohardilla no es
ofensivo) sobre la Rue Lecourbe, muy cerca del Metro Sèvres-Lecourbe y a pocas
cuadras de la Torre Eiffel. El edificio donde estaba el departamento tenía casi 100 años, edificado sobre una panadería, donde a la mañana temprano
comprábamos las croissants calentitas, una escalera caracol de madera que nos
llevaba al cuarto piso, desde la ventana veíamos los techos y los patios de las
casas aledañas, y escuchábamos la música que provenía de algún lugar… un
espectáculo!!
Recuerdo que la tarde que llegamos
fuimos caminando hasta la Escuela Militar y nos sentamos en sus escalinatas;
frente a nosotros el Champ de Mars con la Tour Eiffel en su extremo, a orillas
del Sena. Allí nos quedamos extasiados hasta que la oscuridad nos fue ganando y
la torre se iluminó señalando con su “J-110 Avant L’an 2000”, que faltaban 110
días para el año 2000. Ese fue nuestro primer e inolvidable contacto con esta
inigualable ciudad.
Nota: Para aumentar el tamaño de las fotos clickear sobre ellas.
Luego serían 6 días de intenso trajín, de ir descubriendo una maravilla tras otra.
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Luego serían 6 días de intenso trajín, de ir descubriendo una maravilla tras otra.
Lo primero que hicimos al día
siguiente, fue visitar el Museo del Louvre, nos bajamos del Metro en la Plaza
del Carrousel, frente al museo, pasamos por debajo del Arco del Carrousel que
tiene en su parte superior cuatro caballos dorados, réplicas de los que
Napoleón hizo traer desde Venecia.
Entramos al Museo por la pirámide
de cristal situada en su patio y cuyo centro de gravedad coincide con los tres
pabellones del mismo, Richelieu al norte, Denon al sur y Sully al este.
Vista del ala Richelieu |
Recorrimos infinidad de salas, con
esculturas, como la de Diana Cazadora o la de Afrodita, llamada Venus de Milo y
pinturas, de las cuales destaco “La Libertad guiando al pueblo” de Eugène
Delacroix de 1830, no así la Mona Lisa de Da Vinci, que sin querer ser
irrespetuosa no me impactó tanto, también recorrimos los apartamentos de
Napoleón III.
El Museo es interminable!... Como
verlo todo era imposible, cuando sentimos apetito iniciamos nuestra primera
ingesta de las típicas baguettes, en un bar ubicado en una terraza del museo.
Desde el Louvre nos fuimos,
siempre en Metro, a Montmartre, un barrio encantador, ubicado en la colina del
mismo nombre, en cuya parte más alta está la imponente Basílica del Sagrado
Corazón, el Sacré-Coeur. Un mundo de gente… artistas, mimos, estatuas
vivientes, músicos y… turistas… siempre turistas…
En una pequeña plaza: del Tertré,
se reúnen pintores exponiendo sus obras, muy típico y encantador todo y rodeado
de negocios de souveniers y de bares.
Bajando de Montmartre pasamos por
el famoso Moulin Rouge, sobre la Plaza Blanche, toda una zona repleta de
cabarets, sex-shops, etc.
Allí decidimos tomar uno de los
típicos bus para realizar un city tour, el L’Open Tour, con tres recorridos distintos y
con la posibilidad de bajar y subir del mismo donde a uno le parezca más
conveniente, pudiendo hacer combinaciones con cualquiera de los tres itinerarios
y con un ticket cuya duración era de dos días. Son recomendables para tener una
visión global de la ciudad y luego uno puede regresar al lugar que más le ha
llamado la atención y así poder recorrerlo y conocerlo más profundamente.
Así pasamos por Notre-Dame, la
Madeleine, el Panteón, la Sorbona, Café de la Paix, el Puente Neuf, con la
Conciergerie atrás, el Puente St Michel, la estatua de Carlomagno, la Opera, St
Germain des-Prés, Les Deux Magots, el café donde se encontraban los
intelectuales de los años ’50, etc.
Cuando se hicieron las 20:00 y
agotados de un primer día agitado regresamos a nuestro hogar parisino en
Lecourbe…
El día siguiente amaneció
lluvioso, pero nada nos iba a detener. Completamos el recorrido de L’Open Tour
y bajamos en Notre-Dame, imponente! Al igual que la Sainte-Chapelle. De estilo
gótico con una impresionante fachada, plagada de obras escultóricas, magníficos
rosetones de cristal y las clásicas gárgolas.
Rosetón sur de Notre-Dame |
Detalle de las gárgolas (chimières) |
De allí a la Torre Eiffel.
Subimos, por ascensor, hasta el 2º. nivel, aproximadamente 120 metros de
altura, con unas vistas de la ciudad impresionantes. Bajamos hasta el 1er.
nivel por la escalera: 700 escalones!! Y a unos 57 metros del suelo continuamos
observando desde allí sitios como el Palacio Chaillot, antes Palacio del
Trocadero, y por supuesto el Champ de Mars o Campo de Marte y el Sena con sus
pintorescos puentes.
Nuevamente al L’Open Tour: pasamos
por la Bastilla, el famoso Lido de París, la Plaza de la Concorde, la Asamblea
Nacional, etc.
Luego de cenar en el departamento
fuimos a caminar por el Barrio Latino, donde se llevó a cabo la revuelta
estudiantil de 1968, denominada “el mayo francés”, hoy repleta de restaurantes,
bares y negocios, tomamos un café en el Café de San Severín cerca de la Plaza
de St Michel, a orillas del Sena, donde hay una espectacular fuente de bronce
que representa a San Miguel luchando con el demonio y rodeado de dos dragones
que lanzan agua. Llovía copiosamente.
En nuestro cuarto día en París
iniciamos la recorrida por el Arco del Triunfo, al que llegamos en Metro,
utilizando la bajada cercana al departamento y realizando, con la ayuda de un
plano, las combinaciones necesarias. Nuevamente escalera… angosta y en espiral,
esta vez 284 escalones que conducen a la terraza (50 metros) para apreciar
desde lo alto la vista maravillosa de las 12 avenidas que parten desde el Arco,
tan perfectas y prolijas, con la típica edificación de poca altura y tan
elegante y suntuosa que caracteriza a esta zona de París. En el Arco del
Triunfo nace la avenida más famosa de la ciudad, Champs-Elysées, que termina en
la Plaza de la Concorde y que está relacionada con los grandes desfiles y
celebraciones nacionales. Hacia allá fuimos…
Nos maravilló caminar por Champs-Elysées, quedamos deslumbrados por sus negocios, restaurantes, sus jardines, su gente… Luego de almorzar en un restaurante italiano, Mille Lire, sobre una transversal, tomamos la avenida Winston Churchill hacia el Sena, pasando por el Petit y por el Grand Palais, dos atractivos edificios de estilo art nouveau que se construyeron en 1900 y funcionan como predios de exposiciones y galerías de arte. Así llegamos al puente que considero el más hermoso de todos, el Puente de Alexandre III, luego de cruzarlo seguimos por la otra orilla del Sena hasta llegar al Museo d’Orsay. En este museo se encuentran las mejores pinturas francesas impresionistas y posimpresionistas: Monet, Renoir, Van Gogh, Manet, Degas, Touluose Lautrec, Gauguin y otros, así como esculturas, arte decorativo, mobiliarios, etc. Antiguamente en ese edificio funcionaba una estación de trenes, la Gare d’Orsay, durante décadas permaneció desierta, en 1986 fue convertida en museo. Nos pareció fantástico! Recomendable.
Nos maravilló caminar por Champs-Elysées, quedamos deslumbrados por sus negocios, restaurantes, sus jardines, su gente… Luego de almorzar en un restaurante italiano, Mille Lire, sobre una transversal, tomamos la avenida Winston Churchill hacia el Sena, pasando por el Petit y por el Grand Palais, dos atractivos edificios de estilo art nouveau que se construyeron en 1900 y funcionan como predios de exposiciones y galerías de arte. Así llegamos al puente que considero el más hermoso de todos, el Puente de Alexandre III, luego de cruzarlo seguimos por la otra orilla del Sena hasta llegar al Museo d’Orsay. En este museo se encuentran las mejores pinturas francesas impresionistas y posimpresionistas: Monet, Renoir, Van Gogh, Manet, Degas, Touluose Lautrec, Gauguin y otros, así como esculturas, arte decorativo, mobiliarios, etc. Antiguamente en ese edificio funcionaba una estación de trenes, la Gare d’Orsay, durante décadas permaneció desierta, en 1986 fue convertida en museo. Nos pareció fantástico! Recomendable.
Otro día más de París…
Cuando nos levantamos llovía
copiosamente. Esperamos a que se apaciguara el clima y partimos rumbo a la
Opera Nacional de París, Palais Garnier, un majestuoso, exuberante y
extravagante edificio barroco, con unas escaleras iluminadas con enormes arañas
y el techo pintado por Marc Chagall, representando escenas de varias óperas y
ballets. Desde allí y pasando por el famoso Café de la Paix, caminamos hasta la
Plaza Vendome, frente a la cual está el lujoso Hotel Ritz, de donde partió Lady
Di antes del accidente en el Puente de l’Alma.
Caminamos hasta la Rue de Rivolí,
que corre al costado del Louvre y que está llena de negocios de souveniers.
Llegamos así al Forum Des Halles, un centro comercial de varios pisos con un
patio central donde hay locales de comidas rápidas, cines y tiendas de cadenas
francesas. Allí almorzamos algo muy frugal y compramos algunas cosillas…
Seguimos hasta el Centro Georges Pompidou, muy cerca de allí, que es uno de los
museos de arte moderno más extraordinario del mundo y una atracción para el
visitante por su original diseño. Hay quién lo define como “el edifico puesto
al revés”, ya que las cañerías o conductos están en su exterior, los de agua
color verde, los de aire color azul, amarillo para los revestimientos
eléctricos y rojo para las comunicaciones (ascensores) y la seguridad (bombas
contra incendios), es decir, es como un intrincado esqueleto externo. En él se
encuentran las mejores colecciones de arte del siglo XX a nivel mundial, cuenta
con cerca de 60.000 obras. Lamentablemente solo lo pudimos observar desde su
exterior ya que estaba cerrado por remodelaciones.
Seguimos recorriendo, siempre
caminando, la Fuente de los Inocentes, St Merry, Hotel de Ville, etc.
Volvimos en bus a Lecourbe, pues
nuestro plan nocturno era realizar un paseo por el Sena en uno de los múltiples
ferris que navegan por el río, tanto de día como de noche, en este caso tuvo el
encanto de poder observar todos los edificios y monumentos a la vera del Sena,
que de noche se iluminan totalmente. Nuestro
recorrido en el Bateaux Parisiens duró
una hora, fue muy agradable ya que el paseo estuvo ambientado con música
francesa y termina con la vista de la Torre Eiffel iluminada y el Bolero de Ravel
de fondo… espectacular!!
Cuando pisamos tierra firme… cruzamos el Champ de Mars, rumbo al departamento y al llegar a una pequeña placita, la Plaza Cambronne, en un boliche, pero parisino, nos comimos unas ricas baguettes de jamón y queso con unas cervecitas…
Cuando pisamos tierra firme… cruzamos el Champ de Mars, rumbo al departamento y al llegar a una pequeña placita, la Plaza Cambronne, en un boliche, pero parisino, nos comimos unas ricas baguettes de jamón y queso con unas cervecitas…
Llegó el sexto día en París, por
la mañana recorrimos los jardines del Palacio de Luxembourg, con lagos,
estatuas, fuentes, flores, miles de flores armoniosamente distribuidas, etc. La
gente va a correr, tomar sol, o simplemente descansar, hay sillas metálicas por
todos lados y como el sol brillaba intensamente, a pesar de ser un día de
semana estaba muy concurrido. Pasamos un largo rato en él y cuando salimos
caminando por las callecitas de la zona nos encontramos con la Facultad de
Farmacia… visita obligada a su interior…
Luego, y siempre en Metro, nos
dirigimos a la Iglesia del Domo donde se encuentra la tumba de Napoleón I,
realizada en cuarcita roja, que se encuentra en el imponente conjunto edilicio
de Les Invalides, construido entre 1671 y 1676 por Luis XIV como hogar de convalecencia
para los soldados heridos en la guerra y luego se convirtió en hogar de los
veteranos de guerra. Dentro del edificio está la Iglesia de St Louis, también
hay un Museo de Armas y un Museo de l’Ordre de la Libération, sobre la Segunda Guerra
Mundial.
Por la tarde recorrimos las
Galerías Lafayette, ubicada detrás del Teatro de la Ópera, son dos edificios,
uno con 4 niveles y el otro con 9, todo de mucha calidad… pero muy caro…
imposible comprar algo…
En el último día en París
decidimos conocer Versalles, para ello en Metro y luego en tren RER, en un
viaje de unos escasos 30 minutos llegamos a destino, a unos 23 km de París. La principal
atracción del lugar es el Palacio o Chateau, construido por Luis XIV, el Rey
Sol, famoso por sus jardines, sus fuentes magníficas, sus lagos y por el salón
de los espejos dentro del Palacio, con 17 espejos gigantes, situados frente a
altos ventanales. Allí fue donde se ratificó el Tratado de Versalles, que dio fin
a la Primera Guerra Mundial. En realidad nos gustaron más los jardines que el
interior del Palacio, aunque si reconocemos que es imponente el frente del
mismo. Visita totalmente recomendada de realizar desde París.
En el año 2009 volvimos a París,
solo por un día, ya que estábamos recorriendo el Valle del Loire (en otra
entrada les contaré al respecto) y decidimos pasar un día en esta ciudad que
nos había maravillado. Fue muy poco lo que pudimos hacer pero suficiente para
recordar los lugares más emblemáticos…
Nuestra tercera vez en París
fueron cinco días en el 2012… pero lo dejamos para la segunda entrega…
De lo que estoy convencida es que
cuando quiera organizar otro viaje y me pregunte “dónde?”, recordaré la
conocida: “Siempre tendremos París”, que hiciera famosa Humphrey Bogart en
Casablanca, y sabré donde ir…
Honor haber leído el diario original de aquel 1999, de puño y letra de Kittita!!!!
ResponderBorrarQué linda idea, Felicitaciones!!!
Gracias, Caro!!! ya aparecerán otros relatos inéditos para ti...jajaja
BorrarYo también leí el diario original y ahora lo revivo en este relato.
ResponderBorrarMuy buen comienzo con PARIS.....Felicitaciones....!!!
ResponderBorrarKitty!! Fantástico relato!!! Realmente uno se imagina recorriendo esos lugares!! Ya voy a ir leyendo cada una de las entregas!
ResponderBorrarGracias, Meli, me alegro te guste el blog... viste lo que es estar "felizmente jubilada"?... jajaja
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