Arrastrando las valijas...

viernes, 16 de mayo de 2014

Lisboa



Se dice que Lisboa rima con Pessoa:



Otra vez vuelvo a verte,

Con el corazón más lejano, el alma menos mía…

Otra vez vuelvo a verte, Lisboa y Tajo todo…

La primera vez que estuvimos en Lisboa fue en septiembre de 2001, fueron solo 4 días, pero prometimos volver y así lo hicimos en el 2007, cuando desde Cascais (ver entrada La Costa Lisboeta y alrededores) destinamos un día para regresar, como Pessoa en la poesía…

Llegamos a Lisboa en avión desde Londres el domingo 2 de septiembre de 2001. Desde el aeropuerto y en un mini bus, el Aerobus No. 91, nos dirigimos al Hotel Holiday Inn. Es recomendable en lugar de un taxi utilizar estos mini bus, en los cuales también se pueden comprar tickets por un día, válidos para cualquier medio de transporte. Al rato ya estábamos recorriendo la ciudad en un bus de la City Line, Sightline, que parte de la Plaza Marqués de Pombal y que realiza un tour por Lisboa, ya que como siempre aconsejo al llegar por primera vez a una ciudad se utilice estos recorridos que nos dan una idea global del lugar.


Plaza del Marqués de Pombal
Nota: Para aumentar el tamaño de las fotos clickear sobre ellas.
Luego de completar aproximadamente 1 hora de recorrido, bajamos en Belém, zona sobre el inmenso estuario del Río Tajo, que envuelve a Lisboa con su brazo de agua de 15 km de longitud y es característico de la ciudad. Sobre la margen del río se encuentra la Torre de Belém, una antigua fortaleza construida entre los años 1515 y 1521 para vigilar la entrada al estuario y representa una de las estampas más genuinas de Lisboa, con cúpulas morunas, un puente levadizo y bellos balcones, todo realizado de piedra color blanca y presidida por la imagen de la Virgen del Feliz Retorno.

Torre de Belém
Imagen de la Virgen del Feliz Retorno

Muy cerca de allí está el Monumento a los Descubrimientos, construido en 1960, tiene 52 metros de altura y constituye un homenaje de la ciudad de Lisboa a todos los portugueses que participaron en las largas travesías por el mar entre los siglos XV y XVI, por ello tiene un diseño que recuerda la proa de un barco.

Monumento a los Descubrimientos
Flanco oeste del monumento



















Cruzando una gran plaza, llamada Plaza de Imperio, se encuentra el inmenso y bellísimo Monasterio de los Jerónimos, del siglo XVI, exactamente de 1501, una verdadera joya del arte renacentista portugués que convive con el estilo gótico. En él se encuentran las sepulturas del eximio poeta Fernando Pessoa y del navegante Vasco da Gama. 

Monasterio de los Jerónimos
Patio del Monasterio







En Belém también encontramos la Plaza de Don Alfonso de Albuquerque, el Museo Nacional de Carruajes, la Estación Marítima en el Puerto y el Puente 25 de Abril que une las dos riberas del Río Tajo, inaugurado en 1966.

Ese primer día cenamos en un restaurante de la zona portuaria, degustando platos típicos con pescado.









Al día siguiente luego de desayunar en el hotel (al abundante desayuno le llaman “pequeño almuerzo”) fuimos en autocar (así le llaman a los bus) hasta la Plaza del Comercio, inmensa plaza con la estatua ecuestre del rey José I de Portugal, apodado El Reformador, que reinó entre 1750 y 1777, en el centro de la plaza. Los lisboetas la conocen como la Plaza del Palacio, ya que allí se encontraba el palacio real, hasta que el terremoto de 1755 lo destruyó. El lado sur de la plaza se abre a la amplia desembocadura del Tajo, mientras que en el lado norte encontramos el impresionante Arco de Triunfo que conduce a la Rua Augusta y es la puerta de entrada al barrio de la Baixa, uno de los más ajetreados de Lisboa.

Plaza del Comercio

En la plaza tienen parada los típicos tranvías de Lisboa, los hay muy viejos, que en la actualidad tienen más de 100 años y los hay super modernos, llamados “eletriccos”, de aproximadamente 25 metros de largo, con dos vagones y un fuelle en el medio y pintados de forma muy llamativa con propagandas comerciales:


En uno de los más tradicionales, el 28, subimos hasta el Castillo San Jorge, en el extremo más alto del viejo, caótico y pintoresco barrio de Alfama, con angostas y serpenteantes callecitas, pequeños patios, escalinatas y miradores, como el de Santa Lucia, junto a la iglesia del mismo nombre, con dos murales de azulejos azules y blancos, desde el que se puede apreciar los barrios más bajos de la ciudad.

Barrio de Alfama
Tranvía 28


Mirador de Santa Lucía
El Castillo de San Jorge es enorme, se divisa desde cualquier punto de la ciudad y desde él se ven las mejores vistas de Lisboa, constituyendo el monumento más antiguo del lugar.

Castillo de San Jorge
Vista de Lisboa desde el Castillo de San Jorge

Bajamos a pie desde el castillo recorriendo las callecitas de Alfama y pasando por la Iglesia de San Vicente de Forá  y por la de Santa Engracia, que es Panteón Nacional. ¡¡Imperdible el caminar por Alfama!!

San Vicente de Forá


Santa Engracia
Llegamos a la Catedral de Lisboa, La Sé, como se la llama por las iniciales de Sedes Episcopales, que fue construida en 1150 y restaurada varias veces sobre todo luego de diversos terremotos que asolaron la región, por ello posee una mezcla de estilos arquitectónicos, se caracteriza por la sobriedad y simplicidad.

La Sé

Muy cerca de la catedral se encuentra la Iglesia de San Antonio, quien nació en Lisboa y fue bautizado en La Sé, pasó los últimos meses de su vida en Padua (Italia) y es el santo más popular y más venerado del pueblo, Santo Patrono de Portugal, cuya celebración son los 13 de junio, día que volveríamos en el 2007 (ver más adelante).

Iglesia de San Antonio de Padua

Luego de visitar la iglesia seguimos caminando y llegamos a una típica casa, llamada La Casa de los Bicos (Picos), porque tiene todo su frente realizado en azulejos en forma de picos, es una construcción de estilo renacentista del siglo XVI.

Casa de los Picos
Recorrimos la Rua Augusta, muy concurrida y comercial y por ella llegamos a la Plaza del Rossio, con sus fuentes, sus floristas, sus cafés y frente a la cual se encuentra la estación de trenes, que es un edificio muy antiguo y muy particular. El verdadero nombre de esta plaza es el de Pedro IV, rey cuya estatua se encuentra en el centro de la misma, pero todos la conocen como Plaza del Rossio. 

Rua Augusta
Frente de la estación de trenes de Rossio

Situada al lado de la Plaza del Rossio se encuentra la Plaza de Figueira en cuyo centro se alza la estatua ecuestre del rey Don Juan I, rodeada de edificios con comercios, restaurantes y hoteles. A partir de allí se abre una zona llamada Paseo o Parque de los Restauradores, originalmente diseñada con alguna semejanza con los Champs Eliseé de París. Sobre sus ramblas hay muchos restaurantes muy concurridos y en donde se come muy bien!... allí cenamos y así terminamos nuestro segundo día en Lisboa.

El martes lo dedicamos a conocer Sintra, pequeña villa situada en la Sierra de Sintra, distante aproximadamente a 45 minutos por tren de Lisboa, muy turística, con palacios, museos y un castillo medieval. Al llegar a Sintra, en la misma estación de trenes se puede tomar un bus (Stagecoach Portugal) que recorre los principales sitios de atracción turística, pudiéndose bajar y volver a subir al mismo a voluntad. Luego de pasar por la villa propiamente dicha, subió y subió por la sierra hasta llegar al Castelo dos Mouros (Castillo de los Moros), allí en un maravilloso marco brindado por la vegetación reinante se alza este castillo árabe del siglo VIII, con sus murallas serpenteantes en lo alto de la sierra. La vista panorámica que se puede apreciar desde allí es fantástica, la ciudad, las cimas cercanas y los palacios escondidos entre la vegetación.

Castelo dos Mouros

Luego de recorrerlo, retomamos la subida por la sierra en el bus, hasta el Palacio da Pena, más arriba todavía!! Un palacio tan extravagante como bien conservado, con todo el mobiliario, vajilla, etc. que tenía cuando lo habitaba la última familia real. Lo hizo construir en el siglo XIX el rey consorte de la reina de Portugal María II, Fernando II, quién era de origen inglés. Es un edificio lleno de excentricidades, mezcla de estilos arquitectónicos, donde se destaca la Puerta del Dragón, sus campanarios y minaretes, sus arcadas, entre las cuales se destaca la de Tritón, sus cúpulas y sus ventanas manuelinas con caprichosas ojivas góticas. Recomiendo no dejar de visitarlo.

Puerta de entrada al Palacio da Pena
Arco de Tritón





Regresamos a la Villa y en la hermosa Plaza de la República en un pintoresco barcito, almorzamos. Luego visitamos el Palacio Nacional, que está ubicado frente a la Plaza. Este palacio se destaca por dos importantes chimeneas blancas de forma cónica que corresponden a la cocina del mismo.

Plaza de la República (Sintra)
Con la Sierra de Sintra a mis espaldas
Palacio Nacional de Sintra

Recorrimos la villa, muy pintoresca, con callecitas extremadamente angostas que suben y bajan en la ladera de la sierra, todo muy verde, con una espectacular vegetación y un clima húmedo justamente por la vegetación reinante. Conocimos el hermoso palacio donde funciona la Cámara Municipal y así caminando llegamos a la estación de trenes para volver a Lisboa…
Típico callejón de Sintra







Cámara Municipal




  ¡¡Maravillosa Sintra!!... No se puede visitar Portugal y no conocerla…





Último día en Lisboa. Recorrimos otro emblemático barrio, el Chiado, en la zona alta, al costado de la Baixa, famoso por los intelectuales que lo frecuentaban. Caminamos por sus calles y llegamos al famoso café A’ Brasileira, donde hay una estatua de bronce de Fernando Pessoa sentado a una mesa del bar, ubicada en la vereda y donde resulta inevitable fotografiarse:


Visitamos también los restos de una iglesia muy antigua, del siglo XIV, que fue destruida por el terremoto de 1755, es la Iglesia do Carmo en donde hay actualmente un museo arqueológico. Esta iglesia se encuentra en el barrio Alto de Lisboa al cual se llega desde la Baixa con el elevador de Santa Justa, que recorre una distancia vertical de 32 metros y es una gran torre de hierro que se inauguró en 1902, obra de un discípulo de Gustave Eiffel.

Iglesia do Carmo
Elevador de Santa Justa

Nuestro día continuó recorriendo el centro de Lisboa, volviendo a caminar por la Rua Augusta y realizando algunas compras, sobre todo recuerdos de Portugal, así fue como en un negocio su dueño, nos obsequió un diminuto gallito, que representa un símbolo del país ya que según la leyenda se cuenta la historia de un peregrino gallego que salía de Barcelos (ciudad portuguesa del distrito de Braga) camino de Santiago de Compostela, y que fue acusado de haber robado la plata a un terrateniente, por lo que fue condenado a la horca. Como última voluntad, pidió ser llevado por última vez ante el juez, que se encontraba comiendo un gallo asado. El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y se pondría a cantar. El juez dejó de comer e ignoró las palabras del hombre. Sin embargo, en el preciso momento en que el preso estaba siendo ahorcado, el gallo se levantó y cantó. El juez, habiéndose dado cuenta de su error, corrió hacia la horca y descubrió que el hombre se había salvado gracias a un nudo mal hecho. 
Desde entonces el gallito de vivos colores representa la fe, la justicia y la buena suerte y está en todos los recuerdos de Portugal.

Para mencionar algo más sobre Lisboa: la música típica, el fado, término que literalmente significa destino y que encierra toda la nostalgia y tristeza por lo que se ha perdido o lo que nunca se llegó a tener, siendo Amalia Rodrigues su mejor exponente. Suena por las calles, de día y de noche se lo puede escuchar.

Otro imperdible de Lisboa son los tradicionales pastelitos elaborados con huevo, almendras y especias y acompañados con un café, bebida popular que puede ser fuerte (uma bica), más suave (uma carioca) o cortado con leche (uma meia de leite).


Lisboa nos fascinó… por ello volvimos en el 2007… aunque solo por un día. Fue el miércoles 13 de junio, al que podremos llamar un día contradictorio… Era una fecha muy especial, el Día de San Antonio, Santo y Patrono de Portugal, en especial de Lisboa, por eso se festeja con varios días de fiestas populares nocturnas y con visitas y misas que se celebran a cada hora del día en su Iglesia. Era una cita ya pactada desde Argentina: ese día nuevamente debíamos “visitarlo” en su Iglesia y hacia allá partimos a media mañana desde Cascais, donde también era día no laborable por el mismo motivo.Fuimos en tren, llegamos a la estación de Cais Sodré en Lisboa y caminando hacia el centro, llegamos a la Plaza de Comercio:
Seguimos hacia la Iglesia de San Antonio, subiendo un poco, pues se encuentra, como contamos, en el comienzo del barrio alto de Alfama. En cuanto doblamos una esquina y se abrió a una placita con la estatua de San Antonio, la calma de la ciudad cambió por la muchedumbre que se agolpaba para entrar a la Iglesia:


Inmediatamente nos pusimos en la cola para entrar, muy, muy lenta, por largos minutos no se movía lo cual nos sirvió para conversar con un matrimonio lisboeta que estaba delante nuestro. Ellos nos explicaron qué eran esas bolsas con unos pequeños envoltorios en su interior que muchas personas llevaban: el pan de San Antonio para bendecir y pedir para que nunca falte en la mesa de sus hogares.
Esta es la cola que hicimos bajo el sol


Dentro de la Iglesia estaban celebrando misa y recién cuando terminó, a las 12:00, y comenzó la otra pudimos entrar. La de las 12:00 era la misa central dada por el obispo de Lisboa. Un mundo de gente… Escuchamos toda la misa, que llamaba la atención porque era muy cantada.

Saliendo de misa en medio de la multitud



Justo en la puerta de la Iglesia tiene su parada el viejo tranvía 28 que sube y recorre el Barrio de Alfama, y como en el 2001 nos subimos a él:




Alfama estaba toda adornada con guirnaldas de colores por los festejos del Santo y mucha gente en la calle, caminando de aquí para allá.Luego que el tranvía volvió de su recorrido nos dejó en el centro, esta vez cerca de las Plazas de Figueira y de Rossio, con la antigua estación de trenes restaurada y donde funcionaba una muestra relacionada con los ferrocarriles, pero donde no llegan los trenes ya que todavía la están refaccionando.Almorzamos en la Plaza de Figueira, pescado, siempre con cervecitas bien heladas… y luego decidimos recorrer el barrio alto del Chiado. Llegamos hasta el famoso Café A’Brasileira y nuevamente cumplimos con el ritual de la foto con Fernando Pessoa:


 









Pessoa, como ya lo he mencionado, fue el mayor poeta que tuvo Lisboa e incluso Portugal. Pessoa en portugués quiere decir “persona”. Su verdadero nombre era Fernando Antonio Nogueira Pessoa, pero se hizo llamar también: Alvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares. Nació en Lisboa el 13 de junio –casualmente el Día de San Antonio- de 1888 y murió el 30 de noviembre de 1935, a los 47 años. De día Pessoa se ganaba la vida como traductor de inglés, idioma que dominaba ya que había vivido en Durban –Sudáfrica– y había estudiado en un colegio británico. Por la noche escribía poesía. No escribía "su" propia poesía, sino la poesía de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos. Publicó bajo varios de sus seudónimos (en realidad son heterónimos) e incluso publicó críticas contra sus propias obras firmadas de esa manera.

Bueno, volvamos al relato de ese día: como nos faltaba recorrer Belem, que la recordábamos tan hermosa como cuando la conocimos en 2001, decidimos regresar a la Baixa para tomar el eletricco (tranvía moderno) que llega a Belem… y aquí comienza la parte del día contradictoria con el resto, que había sido genial, alegre, emocionante, etc.Nos indican tomar un bus –el 15- hasta Cais Sodré, para allí encontrar la parada del tranvía. El bus repleto, todos apretados…Cuando bajamos del bus Roberto descubre que le habían robado, del bolsillo de su bermuda, el portadocumentos con las tarjetas de crédito, débito, carnet de conductor, cédula federal y unos cuántos euros… Qué impotencia! De acá lo contradictorio del día: San Antonio es el santo de las cosas perdidas –materiales ó no– y en su día “se pierden” los documentos de Roberto… (esta anécdota la relato para que se tenga en cuenta que, como en toda ciudad grande, hay que tener cuidado con las pertenencias)

A pesar del inconveniente seguimos pensando que Lisboa es una hermosísima ciudad y que merece visitarla una y otra vez.